Esa sensación que se siente correr por las venas, que hacen que se broten los ojos y a veces sale por la boca convertida en palabras impublicables, es la rabia. Pero no la que se transmite con una mordida, aunque algunos desearían morder, sino que nubla la razón y produce ulcera. Es una expresión emocional normal del ser humano que no siempre es dañina, pues a veces actúa como un mecanismo sano que permite reconocer que algo anda mal emocionalmente o en las relaciones con los demás, aun así el hombre tiene la capacidad de controlarla y expresarla sin necesidad de herir al otro.
Así nace el enojo
- El pensamiento tiene que ver con ese dialogo interno que el individuo sostiene tratando de encontrar una respuesta a la razón de su enojo y alimenta ideas absurdas y en ocasiones irracionales. Por ejemplo si le han dejado plantado piensa, ya no le importo o esta con otra persona.
- Esa manera de pensar estimula una respuesta corporal que puede manifestarse con agitación, taquicardia, tensión muscular o aumento de la presión arterial.
- Finalmente se desencadena una acción, como lanzar un objeto, dar un puño o decir una palabrota.
En la frustración, en cambio estos tres ingredientes no están presentes. Si alguien necesita dinero urgente y un amigo le dice que se lo prestara pero en realidad no lo hace, esto causa frustración. Pero se necesita que haya un pensamiento negativo para que haga a la persona sentirse victima para que empiece a salirse de casillas.
¿Mala o buena?
Según como actué en la persona la rabia que se siente, esta puede considerarse negativa o positiva: - Es positiva si actúa como una especie de energizante que lo pone alerta, listo para defenderse o para dar la lucha.
Otra característica positiva según la sicóloga, es que genera mas vitalidad, mas fuerza y activa los reflejos. Además en ocasiones sirve como punto de partida para solucionar un conflicto, pues no es raro que si no se expresa inconformidad frente a una situación, nunca se haga nada para cambiarla y mucha gente termina sometida a abusos. - Se puede decir que esa emoción es negativa cuando desorganiza las conductas y pensamientos. Es decir se actúa impulsivamente, sin ningún tipo de raciocinio y sin medir las consecuencias, máxime, si esta reacción es la de agredir.
Ahora bien de acuerdo con la causa, la rabia puede ser: - Justificable: cuando la persona comprueba que lo que piensa es cierto, o que la persona con quien tuvo el altercado tenía la intención de perjudicarle.
- Injusta: cuando la motivan pensamientos insensatos que llevan al individuo a asumir el papel de victima: seguro que se gasto la plata con los amigos, esta ablando mal de mi, esta con otro/a.
- Necesaria: cuando se hace indispensable para poner fin, mejorar, o encontrar solución a una situación.
- Innecesaria: se proviene de una reacción impulsiva que no aporta soluciones sino que complica más las cosas.
Hay un tipo de IRA que se considera enfermiza o patológica, se vive con rabia a toda hora, todos los días y por cosas ínfimas. Es la característica del típico neurótico que manifiesta una rabia intensa, que refunfuña por todo y al que se le pasa el tiempo pensando en la forma de desquitarse.
Como retomar en control
Sentir cólera es humano y es mejor expresarla, pero también loe es la capacidad de controlarla, según Yolanda lievano, sicóloga, estas son algunas alternativas: - El primer paso es reconocer que siente ira.
- Hay que desprenderse del lugar, el momento o la situación que la motivaron. Aislarse de la causa rompe la duración del disgusto.
- Si es muy intensa hay que liberarla en la intimidad de cada quien: escribir los peores pensamientos en un papel y quemarlo, subir los vidrios del carro y gritar, golpear una almohada o un colchón. Así desaparece el tono agresivo o desafiante cuando se vaya a hablar.
- Antes de dialogar, cambiar los pensamientos negativos y tratar de buscar algo positivo en la actitud de la otra persona. Si se libera del papel de victima.
- Si un carro cierra a otro, la mejor opción no es devolverle el gesto. Quizá esa persona tiene un problema o una emergencia y no se percato.
- Expresar lo que se siente sin botar la responsabilidad a otros. No es igual decir: tu me sacas de quicio, a decir me ciento herido cuando te comportas así.
- Evitar los adjetivos calificativos que denigran al otro. En lugar de decirle: eres un irresponsable, mejor, me angustio cuando llegas tarde.
- Discutir es sano, pero para defender una posición no es necesario agredir.
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